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Día 22
Pasé la noche en mi nueva casa de la playa, y al salir en la mañana, cuando caminaba feliz a la aldea, un desagradable esqueleto comenzó a lanzarme sus flechas. No lo había visto pues estaba escondido bajo la sombra de un árbol. No me dejó más alternativa que devolverle los flechazos hasta que el pobre se convirtió en polvo, pero varias de sus flechas quedaron por ahí tiradas.
¡Es que estos molestos esqueletos ni viven ni dejan vivir!
Pasado el incidente, me fui a conversar con el armero de la aldea, también conocido como el herrero de armas, para pedirle que me permita usar su horno. He extraído varios bloques de hierro y quisiera fundirlos para convertirlos en lingotes.
El armero me respondió que no había problema pero que en mi próxima visita le llevara carbón. Él con gusto me lo intercambiará por pepitas de esmeralda. Me explicó que lo necesita para usarlo como combustible en los hornos, pero está tan ocupado que no tiene tiempo para ir a buscarlo.
Yo estoy feliz con el trato... no todos los días te dan pepitas de esmeralda por un poco de carbón.
El amable armero se fue a descansar un poco (bien merecido lo tiene) mientras yo trabajaba feliz... aunque todo el trabajo lo hacen los hornos.
Pkiblue
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