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Día 4
Ayer amaneció lloviendo. Y llovió todo el día.
Y, aunque me encanta la lluvia, y ya me había fabricado unas herramientas de piedra para ir en busca de más recursos, no estaba lista para enfrentarme a alguna de esas feas criatura que salen con el mal tiempo. Así es que preferí quedarme en casita.
Pero hoy amaneció soleado y me fui a recorrer la jungla en busca de recursos. Y me encontré con un hermoso panda que jugaba feliz de la vida... ¡Adoro estos animalitos! Ya deseo tener unos cuantos para ir a jugar con ellos cada vez que quiera.
Pero volviendo a lo peligroso que es salir sin defensa alguna, me enteré que el armero de la aldea tenía guardada parte de una armadura de hierro y que nadie ocupa, por lo que hice un trato con él: a cambio de la armadura, yo le fabrico un cerco al rededor de su casa, para que los zombis no se acerquen. Bueno, espero que él entendiera lo que le estaba diciendo, pues no me respondió nada, pero tampoco se molestó cuando me puse la armadura. ¿Qué tal me veo?
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